Ya no sólo hablaremos de la alteración, si no de las sensaciones que provoca el sonido, englobando tanto la música, como el ruido (naturaleza/maquinaria). Aplicándolo al terreno artístico, con el ejemplo de dos artistas que han sabido teorizar y trabajar con el sonido, de una manera muy acertada. Ellos son Luigi Russolo, y Bernhard Leitner.
El sonido afecta al oyente por diversos factores, tanto psicológicos, como biológicos (cerebro humano), como reacciona el cerebro a determinados sonidos o frecuencias de sonidos, o ampliando la acústica y la física del sonido. Además, de factores culturales que influyen en la percepción que pueda tener el oyente del sonido. Por ello, el artista para generar una emoción artística determinada en el espectador de la obra, debe tener en cuenta todos estos factores.
Hay una definición Tillman(2000), que engloba estos factores, al definir el proceso de interpretación musical como un medio de comunicación en el que la alteración del estado de ánimo generada por la música está constituida por componentes psicofisiológicos y culturales.
Conocer al público, por ejemplo, puede facilitar la coordinación del sentimiento individual de cada componente en grupo. Despertando la misma sensación en diversos grupos de personas.
El estímulo de la música, puede incluso generar cambios físicos. Como ampliar las ondas del cerebro. Éste tiene cuatro tipos de ondas cerebrales (beta, alfa, theta y Delta).
Ingenieros del sonido han creado el I-dozer, que son pistas musicales de una hora, que deben ser escuchados con audífonos. Estos alteran la resonancia electromagnética del cerebro por medio de ondas binaurales, hasta que el cerebro por sí solo, produce efectos similares a los producidos por las sustancias psicotrópicas.
Los efectos del sonido pueden ser devastadores, por una parte, combinar distintos sonidos a la vez alteran drásticamente el estado anímico, y por otra, cuando un sonido se emite monóticamente queda registrado en el cerebro.
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